En Colombia está de
moda la paz. El señor Santos, actual Jefe de la Casa de Nariño, ha desplazado
la atención nacional hacia unos diálogos con las Farc, para realizar una
negociación que ponga fin al prolongado conflicto armado nacional.
La
premisa de dicha estrategia es una supuesta derrota de la guerrilla y el
triunfo de las Fuerzas Armadas sobre la insurgencia campesina. Además, se hace
una intensa propaganda para demostrar que la lucha armada es inútil en la
acción política para lograr cambios reales en la sociedad que implican la
destrucción del poder de la oligarquía dominante desde hace 200 años. Como si
no fuese la lucha armada revolucionaria de los últimos 50 años la que obliga a
las clases dominantes ha realizar algunas reformas y adelantar algunos procesos
de paz para generar la idea de una democracia que atiende las demandas
ciudadanas. De no ser por la permanente lucha de las guerrillas colombianas las
cosas serían aun peores en esta nación.
El
anuncio de los diálogos con las Farc reconoce simple y llanamente que toda la
guerra del señor Uribe Velez, durante 10 años, en la que participó activamente
el señor Juan Manuel Santos con sus falsos positivos, masacres, asesores
judíos, tecnología aérea de terror e invasiones de otros paises, es un monumental
fracaso. Un fiasco absoluto. Las Farc sobrevivieron al exterminio, se
reorganizaron y con la guerra de guerrillas, incluidas nuevas formas de
organización con unidades de combates móviles, francotiradores y minados,
llevaron al desgaste de la maquinaria militar oficialista, onerosa fiscalmente,
ineficiente en el combate y en franco declive.
Esa
es la realidad que omiten quienes hoy hacen el elogio desmesurado del
"pacificador" Santos, a quien visitan en su Oficina los señores del
Partido Comunista (Caicedo, Lozano y Ramirez), en un acto de oportunismo sin
antecedentes, para congraciarse con el verdugo de los campesinos que hoy posa
de inofensiva paloma. Lo que hace el "Partido Comunista" y otros
supuestos revolucionarios del Polo que están en la Cámara, es entregar de
manera traidora las banderas de lucha del movimiento campesino colombiano.
Salir a respaldar el proceso de Santos, sin sentido critico y sin demarcar
fronteras, es una felonía que desenmascara estos falsos revolucionarios mas
interesados en la componenda con la oligarquía dominante. Es la política
perpetua de conciliación de los pcs colombianos, que impulsa sin pudor el señor
Carlos Lozano, un burócrata corrupto que juega a muchas bandas.
Lo
cierto es que este proceso de paz orquestado por la gran oligarquia es un
recurso para distraer al pueblo frente a la crisis social que lo afecta
derivada de las malas condiciones que registra la economía a raiz de una de las
mas graves crisis del capitalismo financiero global. Así ocurrió hace 12 años, en
el proceso de paz de Pastrana. Ese montaje se organizó para sobrellevar una de
las peores crisis de la economía capitalista colombiana y una vez se superaron
los peores puntos del atasco se le dio término para propiciar el ascenso del
señor Uribe Velez y su paraestado criminal. Igual ocurrió en el gobierno de
Belisario Betancur que llevó al exterminio de la Unión Patriótica y de la misma
manera se dió en el gobierno de Cesar Gaviria, quien montó simulacros de paz
con grupos degradados moralmente para de esa manera implantar el modelo
neoliberal en la sociedad y el Estado.
Son
los errores del pasado que no debemos repetir. Que no debemos olvidar.
Santos
quiere hacer una paz para salvar el capitalismo colombiano, con la ayuda de
falsos comunistas y revolucionarios que posan de almas progresistas como el
Representante Cepeda.
Por
eso la Agenda que se ha conocido es un listado de generalidades, de temas
abstractos que nada tienen que ver con los problemas concretos de los
colombianos de hoy como la descomunal crisis de la salud, la privatización de
la educación, la especulación y explotación del sistema financiero, el fuero
militar para la impunidad, los derechos de los indígenas, la reforma agraria
que elimine el poder latifundista, los derechos de las victimas, la situación
de los desplazados, la situación de las cárceles, la reforma democrática de la
justicia, la democratizacion de los medios de comunicación, la reforma
electoral, el desempleo, el hambre, la pobreza, la democracia real, la
participación política efectiva, la eliminación de la corrupción y del
clientelismo, el rescate de la soberanía nacional, la depuración de las fuerzas
armadas, la eliminación efectiva del paramilitarismo y la suspensión de la
locomotora minera.
El
pueblo colombiano no se puede dejar distraer con este embeleco y con
llamamientos para dar apoyos populares a Santos. Todo eso es una farsa. Lo
único que cabe es la movilzación de las masas, (como lo vimos recientemente con
la lucha de los campesinos cafeteros y los indigenas), la lucha del pueblo, la
realización de paros, bloqueos de carreteras, las acciones contundentes como la
de los indigenas del Cáuca, la movlizacion de los educadores y los estudiantes
contra el neoliberalismo.
No
sea que ahora nos pidan estos oportunistas politiqueros de
"izquierda" que desmomentemos el paro del 12 de octubre con el
argumento de que no hay que hacerle el juego a Uribe Velez y se debe rodear a
Santos. Ese mismo señor Santos que ahora ofrece otro rostro espera las
condiciones propicias para seguir golpeando al pueblo y a sus organizaciones
con masacres, asesinatos, desapariciones, carcel y falsos positivos. Eso no lo
puede olvidar la gran mayoría de la sociedad.
A
la paz se llega con la lucha y la perseverancia del pueblo y de la resistencia
guerrillera, a pesar de los enormes sacrificios que haya que hacer. Son los que
se han hecho hasta el momento. Por eso no se debe bajar la guardia.
No
se puede pretender que una resistencia guerrillera heroica termine repitiendo
los episodios de traicion y rendicion de los años 50 del siglo pasado, cuando
todos los lideres de la resistencia terminaron acribillados por los sicarios
del oficialismo liberal y conservador.
Addenda:
Mientras se habla de paz, Ejercito y policia tienen la tarea de reorganizar y
fortalecer los paramilitares. En Norte de Santande, en Cucuta, el Capitan
Torres, Jefe de "derechos humanos" del Comando Departamental de la
Policia, trabaja de la mano del Jefe paramilitar "Chang", sinistreo
asesino de Juan Frio, reclutando y adistrando cerca de 500 paramilitares para
recuperar el control del àrea metropolitana y de la frontera con Venezuela.
La
Haine
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